El adios a un grande de verdad.
El fallecimiento del entonces técnico de Boca Juniors conmovió a todo el pueblo futbolero de la Argentina. Luego de pelear durante más de siete años contra una dura enfermedad y a sus 69 años, una de las figuras más respetadas y queridas del mundo del fútbol se fue dejando un vacío enorme.
📅 14/10/2025
✍️ Por Rodrigo David Spinetta
Después de luchar varios años contra una cruel enfermedad y de pasar sus últimos días en terapia intensiva, el reconocido director técnico partió de este plano. Lo hizo en compañía de su familia y sus seres más cercanos. Vale la pena recordar que a Miguel Ángel Russo le detectaron un cáncer de próstata en el año 2017, mientras era técnico de Millonarios de Colombia. Allí, en el país cafetero, comenzó sus tratamientos y empezó a pelearle a la enfermedad. Así lo hizo hasta sus últimos días, dejando casi su último aliento dentro de una cancha de fútbol.
La carrera de Miguel Ángel Russo como jugador fue muy sobria: vistió una sola camiseta en toda su trayectoria, la de Estudiantes de La Plata. También supo representar al seleccionado nacional, formando parte de aquel grupo comandado por Carlos Bilardo. Fue parte de todo ese proceso que culminó con la albiceleste campeona del mundo en 1986. Irónicamente, él no pudo estar en aquella Copa del Mundo, ya que una lesión lo dejó fuera de la lista final.
Apenas se retiró de la actividad profesional, comenzó su carrera como director técnico. Pasó por varios equipos de la Primera División, del ascenso argentino y también dirigió en el exterior. En más de 30 años de trayectoria construyó un currículum intachable, convirtiéndose en el DT con más partidos dirigidos en la historia del fútbol argentino. Por donde pasó, dejó su sello de seriedad y profesionalismo, marcando con su trabajo diario una vocación y un amor por el fútbol únicos.
                            Más allá de los títulos obtenidos con equipos de la talla de Boca Juniors, Rosario Central o Vélez Sarsfield, su don de buena gente es el mejor recuerdo que dejó en cada lugar donde estuvo.
Miguel Ángel Russo deja con su partida un hueco muy difícil de llenar, un vacío enorme por su presencia ejemplar. Miguel, como se lo conocía en el mundo del fútbol, era un hombre tan querido como respetado. Un caballero por sus maneras y formas de tratar a todos, y un señor por cómo se comportó siempre, tanto como profesional como persona. Su figura inspiraba cariño y admiración; su presencia, confianza. Así lo recuerdan la mayoría de los jugadores que dirigió, sus colegas con los que compartió años de trabajo y los hinchas del fútbol en general, que le brindaron su merecido homenaje en su despedida en la Bombonera.
Miguel Ángel Russo, con sus maneras y sus decisiones, con su presencia que emanaba respeto y admiración, con su blanca sonrisa siempre a flor de piel y su impronta al hablar, con su vocación intacta y su pelota debajo de la cama… Con todos esos valores vivió siempre. Y murió como quiso: trabajando casi hasta su último día. Su salud ya no le daba tregua; la gloria lo estaba llamando. Y él finalmente se fue como lo hacen los grandes de verdad: hidalgos, para convertirse en leyenda.
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